El año pasado se estrenó en versión peruana «Yo Soy» el reality de formato exitoso en varios países de latinoamérica. Desde el punto de vista televisivo comercial, quien supiera por primera vez de que se trataba, podía predecir fácilmente su éxito.
No había que tener una gran experiencia en producción televisiva para darse cuenta que el programa seria un éxito. ¿Pero quienes concursaban, muchos de ellos excelentes músicos escondidos entre la muchedumbre y el anonimato mezquino de nuestro público y medios de difusión, podían estar convencidos que les haría un bien?
Siempre he estado convencido que si lo que buscaban era una carrera basada en la imitación, estaba perfecto. Ronald Hidalgo, un tacneño que finalmente se llevó la ultima edición del 2012, creo que es el más beneficiado. En ningún momento, que recordemos, manifestó su intención de seguir una carrera lejos de la imitación como es el caso de la mayoría de ganadores y finalistas.
Todos los demás quedaron etiquetados. ¿Cuanto realmente ganaron? muy poco comparado con lo que prometía el jurado y la producción del programa. Quienes hemos sostenido el argumento que un programa como estos no eran para músicos que intentaban hacer una carrera profesional propia, hemos hecho esta afirmación basado en argumentos, creo yo, bastante sólidos.
Pero vamos por partes:
Primero, desde un punto de vista en concordancia con el show, fueron asombrosas algunas imitaciones. Cada televidente tenía su favorito, cada televidente por un momento se creyó que eran las verdaderas estrellas de rock. No se referían a Ramiro Saavedra, a Annie Rodriguez, a Ronald Hidalgo, a Cesar Osorio, etc, eran Kurt Cobain, Amy Winehouse, Juan Gabriel o Axl Rose, y daban giras y conciertos y llenaban coliseos y lograban que mucha gente hicieran grandes colas en las boleterías o puntos de venta. El programa reventaba el rating de horario estelar. Todo un éxito.
Segundo, desde el punto de vista de la producción del programa, algunas criticas notables en la web, se centraron en la musicalización del programa y las pistas diseñadas. Escenografía bastante pequeña, escena de suspenso odiosamente larga y sobre actuada y pistas que no estaban a la altura de la interpretación simplemente mal hechas. Jurado desinformado y con poco tino para conducir el puesto. Quizá fueron las criticas más acuciosas y escrupulosas.
Tercero, desde el punto de vista beneficioso para los concursantes, parecía que todo tenía un enfoque de descubridores y descubiertos. De los grandes promotores de carreras prometedoras, y desconocidos artistas que deberían estar agradecidos de por vida. Algunos concursantes se sintieron asi y fueron felices. Otros no tanto y es que acusaban al programa de no pagarles ningún centavo por las giras que Lúcuma (productora) hacía con ellos. Entre los rumores más atrevidos, estaban quienes decían que todos los concursantes firmaban un contrato con clausulas que los obligaban a asistir a estas giras. Algo difícil de saber si era cierto o no.
Pero aquí va aquello que nos hacía perdernos el show de la imitación artistica, para ver como los concursantes no solo regalaban su talento a un programa que parecía aprovecharse de ellos, sino peor aun, los metía en una etiqueta dificil de abandonar.
Cuando ganó Ramiro Saavedra. pensé: Lo que yo haría sería invertir el 25% del premio en limpiar mi imagen de Kurt Cobain peruano.
Es motivo para sentir felicidad ahora, pero más tarde será su cruz. No hay que ser muy entendido en la matería, pero quizá si requiere de cierta agudeza y observación y algo de marketing, para darse cuenta que cuando te haces famoso bajo alguna etiqueta es muy dificil reinventarse, para limpiársela. La gente siempre pide lo que mejor sabe hacer uno. Y en el caso de Ramiro, parecía que lo mejor que hacía era imitar a Kurt Cobain. Algunos temas de su banda Olaf, sonaron en radios locales como nunca lo hicieron. Pero sin ser crueles, a muy pocos interesaron. Cuando veían su cara, no decían Ramiro Saavedra, pensaban en Kurt Cobain. En una entrevista en Studio 92, el showman Carlos Galdós, muy a su estilo, dejó en claro lo que hacía eco en el Perú: solo querían escuchar a Kurt Cobain. Olaf, banda de Ramiro, no importaba mientras hicieran su música propia.
Imagino que lo mismo ocurrió con todos los artistas que se hicieron conocidos incluso con solo llegar a finalistas. Los breves momentos de fama y gloría duraban lo que duraba cada temporada. Es el negocio de la tele. Mucho interés perdían cuando la siguiente temporada se iniciaba.
Hoy en día ninguno de ellos vende como para hacer un concierto en coliseos. La fama fue una ilusión. La flama fue una chispa. Todo fue un juego. Vamos que aqui no pasó nada extraordinario. Todo fue una joda, ya nos divertimos, ahora todo sigue normal. El Perú sin icónicos artistas contemporáneos.
«Yo Soy» ha sido una negocio televisivo. En donde todos se benefician. Imitadores, productores, conductores y empresas auspiciadoras y por supuesto, el medio de comunicación. Con la diferencia que los imitadores, son productos con un ciclo de vida muy breve por lo mismo que los programas de televisión son breves.
La televisión creó en ellos una ilusión. ¿Alguien podría esperar que una entrevista con Annie Rodriguez podría darles siquiera 2 puntos de rating? no. Y eso no tiene nada que ver con ella. Tiene que ver con el negocio de la televisión.
El canal ha anunciado el regreso del programa para el 2013. Se harán nuevos casting. ¿El Jurado continuará burlándose de cada atrevimiento osado de algunas personas que creen que pueden cantar bonito e igual al CD?. Continuará el jurado diciendo a los finalistas que les auguran grandes carreras como cantantes?
No ha ocurrido nada que no fuera lógico. Programas de televisión que se venden como importantes, concursantes ingenuos, creyendo que pueden hacer una carrera, otros más sensatos yendo por el dinero nada más y otros buscando lo que es para ellos: La imitación.
«Yo Soy» es un programa de imitación. No descubre nuevos talentos de la música. Después de todo, cuando anuncian al ganador: El conductor dice: «El mejor imitador del Perú es…» ¿lo escucharon?.
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