Es un error pensar que de las películas de artes marciales solo podemos esperar patadas y más patadas. Si bien es lo mínimo que cualquier amante de este género exige, existen filmes que tratan de experimentar, más allá del resultado final de calidad o de taquilla. Es el caso del thriller de acción Danny The Dog, película filmada en el 2005, protagonizada por una estrella de este género, Jet Li. Además fue coproducida por Luc Besson (Nikita, El quinto elemento, El transportador), Steven Chasman y el mismo Jet Li, siendo dirigida por Louis Leterrier.
El filme nos cuenta la historia de Danny (Jet Li), un peleador que a temprana edad fue arrancado de los brazos de su madre y ahora vive como un esclavo encadenado, saliendo únicamente para intimidar y dar palizas a los deudores de de su amo Bart (Bob Hoskins), un don de la mafia. La vida de Danny es una rutina de cadenas, palizas y soledad, hasta que su amo Bart cae en una emboscada por uno de sus enemigos. En la confusión, Danny logra escapar al mundo real, donde es totalmente vulnerable.
Para su suerte, es rescatado por un reparador de pianos ciego, llamado Sam (Morgan Freeman) y su hijastra Victoria (Kerry Condon). Con ellos Danny empezará a tener una vida propia, conociendo la bondad, el amor y la música. Esta última lo ayudará a recobrar sus recuerdos de niñez, descubriendo en ellos que Bart asesinó a su madre. Allí empieza la venganza de Danny contra Bart, todo en medio de logradas coreografías de artes marciales (un ambiente natural para Jet Li).
Podemos decir que resultado de la película es irregular, pues abusa de los clichés y un argumento simple (la bestia apaciguada por la música), pero tiene su punto fuerte en el estilo visual (se nota una clara influencia de Luc Besson, aunque no dirigió la película) y manejo de los tiempos, dosificando en momentos exactos las escenas de artes marciales y peleas (muy bien desarrolladas), resultando un ritmo consistente. Aunque no logró ser un taquillazo, es considerada una de las mejores caracterizaciones de Jet Li y bien vale la pena verla.
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